viernes, 21 de diciembre de 2012

Cuatro meses de paseo: domingos y festivos

Una vez logré tener una visión general de la ciudad me pasé las tardes paseando, algunas sola, otras acompañada, para explorar la vida cotidiana de Barcelona. Esta entrada, por lo tanto, no es de guiri.

El 11 de Septiembre se celebra la Diada de Cataluña (como añada, pero de un día), en honor a la caída de Barcelona el mismo día en el año 1714, en manos de los borbones, al final de la guerra de Sucesión Española. Desde la madrugada hasta la tarde había gente por las calles tocando percusión y ese instrumento tan molesto que me parece que es una dulzaina (ningún catalán me ha podido decir el nombre con certeza... y mira que son muy miraos con lo suyo);y cubiertos con varias versiones de la bandera de Cataluña. Según la zona de la ciudad y la hora del día los grupos eran distintos. Los que empezaron de madrugada eran muy independentistas, portaban antorchas encendidas y arrastraban en procesión una bandera que ocupaba toda mi calle. Por la mañana me fui a explorar lo que habían montado en el Passeig San Joan: puestos con "merchandising" independentista, un escenario para conciertos... 



Toda la calle estaba llena de gente con banderas amarradas al cuello, esta, y las adyacentes, y las de arriba, y las de abajo, y así hasta Urquinaona, que es hasta donde pude llegar. Me di la vuelta y pasé el día descansando.
La siguiente fiesta fue la Merced, donde el ayuntamiento se gasta un dineral en montar conciertos, teatro, cabalgatas, fuegos artificiales y otras actividades por toda la ciudad y casi a todas horas durante 3días seguidos. Tuve la suerte de que mi cumple coincidiera, así que lo pude celebrar viendo conciertos con gente del Instituto donde trabajo. 

También participé en el "Correfoc", que es una cabalgata pirotécnica de gente disfrazada de dragones y otros monstruos. Para ser uno de los disfrazados hay que pertenecer a una peña con nombre tenebroso. Para participar de paisano hay que cubrirse piernas, brazos, cara y cabello con ropa, a poder ser de algodón, y lanzarse al medio de la calle a bailar entre chispas y pólvora. Los guiris atrevidos van en chanclas y con el escote descubierto, luego chillan escaldados.









Mi cumple lo celebré de verdad con mi amiga Rocío, comiendo cosas ricas y soplando velitas.


















En octubre tocó la fiesta el día del Pilar, que también es la fiesta nacional y donde salieron las banderas españolas a la calle. La manifestación era mucho menos numerosa, y no hubo conflicto, como creí que habría.

El  fin de semana del 28 de octubre el ayuntamiento preparó dias de puertas abiertas en los edificios de interés arquitectónico de la ciudad, gratis, la mayoría de los cuales eran modernidades de hormigón, cristal por todos lados o demasiado lejos para ir a verlos, así que fuimos a ver por dentro uno de los pabellones del parque de la ciudadela que nos llama mucho la atención, el umbráculo. De los edificios que quedan de la exposición del 88, dos de ellos tienen plantas dentro, pero no se cuidan y la ultima vez que se abrieron al público fue hace décadas. La sensación de actividades paranormales no es infundada, ¡en el Umbráculo hay fantasmas!

En noviembre el festivo fue el Día de todos los Santos, día del que no recuerdo haber hecho nada particular, ni siquiera recuerdo no haber ido a trabajar. Pero los fines de semana me harté de andar con Onma.

 







El 14 de Noviembre se convocó una huelga general, a cuya manifestación fuimos, como es debido. Las manifestaciones aquí tienen un recorrido oficial y aparte un recorrido paralelo custodiado por Mossos d'Esquadra, que es donde comienza siempre el alboroto. Esto lo supimos una vez acabada la manifestación, que queriendo ir a casa nos vimos rodeados de furgones, (uno se abrió en mi cara y salieron unos hombres armados tan altos que huí de la impresión). La gente corría, los policías tiraban pelotas de goma y apestaba a pólvora. Intentaban dirigir a la gente por las calles para dispersarlas, pero yo tenía la sensación de que nada tenía sentido y que estábamos acorralados en Plaza Cataluña sin poder salir. Al final lo conseguimos, y llegamos a casa callejeando por el barrio gótico, todo repleto de basura quemada, basura sin quemar, y el Palau de la música con los cristales rotos. Nos encontramos un grupo de policías de paisano (paisano conflictivo), y los despojos de un tesoro "friki" que había sido saqueado minutos antes. Quería ver si en la realidad ocurren las cosas tal como nos las cuentan en el telediario, y la conclusión es que tuve miedo.




Hubo más domingos en noviembre para pasear antes de que empezara la fiebre Navideña.


















A finales de Noviembre calculo que ya estaba todo el alumbrado montado, listo para encenderlo en Diciembre. Este alumbrado, pienso, corresponde a retazos de alumbrados de épocas anteriores, reciclados y pasados de moda. 
En la plaza delante de la Catedral montaron un mercado de artesanía navideña, con belenes, y "caganers". También venden abetos naturales y ramas de eucalipto (hay algunos listos que te venden hasta el musgo). En Cataluña existe una tradición pagana que se hace con los niños llamada "caga-tió". Consiste en decorar un tronco grueso con patas, carita y barretina, taparlo con una manta, "darle de comer" todos los días desde unas semanas antes de Navidad y golpearlo cantando una canción para que cague. En Nochebuena el "tió" cagará regalitos, que depende de la casa pueden ser calcetines, turrones, la cena misma... Los "tions" también los venden en este mercado.








 En diciembre, aunque haya dos dias de fiesta, el día de la Inmaculada y el día de la Constitución, a los comercios no les importa. Es alucinante la cantidad de gente que sale a comprar. Y claustrofóbico.


El 14 de diciembre fuimos al cine. 



Ya llevo 6 meses en Barcelona, ahora toca descansar en casa por un tiempo.

"Bon Nadal", me ha dicho el letrero intermitente de la línea 41- Fr Maciá/Diagonal Mar.

miércoles, 26 de septiembre de 2012

Otoño llegó

azul y amarillo

Al salir del trabajo me quedé un rato mirando a lo lejos.
Hacía una hora había caído un chaparrón de gotas gordas, y el mar volvía a ser aburrido, sin olas.
La playa estaba nueva, sin huellas; y la arena de color marrón oscuro. Un velero blanco navegaba por el fondo. Justo encima unas nubes negras y aplastadas le daban sombra como un sombrero de ala ancha, aunque en el horizonte el cielo estaba limpio y celeste. A la derecha del todo, la cristalera del hotel-vela dejaba de reflejar contaminación, reflejando en su lugar el cielo que quedaba a mi espalda, también limpio, y los rayos del sol de por la tarde. Azul y amarillo. Las sombras de las palmeras eran ya largas y el viento, frío. Caminé a casa.
El olor de la calle no era a pocetilla, sino a hojas mojadas, y la acera parecía fregada. Los estudiantes salían tranquilamente de la Pompeu, charlando sin chillar, en lugar de salir del metro con el bañador bajo la ropa en tropel y armando barullo. La gente con la fresca se pone manga larga, y se apacigua.

Yo tenía razón sobre que Barcelona gana mucho en otoño.
Quien no ganará será el Mercadona, que no tiene molletes.

lunes, 3 de septiembre de 2012

Pixapins

es como se denomina a los domingueros de Barcelona, y quiere decir "meapinos".

Este domingo me tocó visitar el interior, guiada por mi amiga Alba, (con ele "patrás"). Aquí en Cataluña me da la sensación de que la gente se refiere mejor a la geografía en términos de comarcas en lugar de provincias. Como yo no tenía ni idea de los nombres, busqué un mapita y para que se entiendan las cosas de aquí en adelante, lo pego aquí.
Mapa de Comarcas de Cataluña

Los catalanes se quejan una barbaridad de Renfe, prefieren los ferrocarriles catalanes, y aparte de por otras cuestiones, es porque realmente Renfe está regular en estos lares. Los Media Distancia son escasos, y hay que viajar en Cercanías. Tras una hora y pico llegué a Vic con el culo plano y el cuello doblado hacia delante (una, que se acostumbra demasiado pronto a los asientos Turista Comfort).


Estratos del suelo volcánico


Fuimos a ver el paisaje y los volcanes del Parque Natural de la Garrotxa. En concreto visitamos uno que se llama Volcà Croscat, que fue explotado durante bastante tiempo hasta que declararon la zona protegida. Se puede, por lo tanto, ver por dentro. Es el más joven, que dejó de echar lava hace unos 10kiloaños. Hay otro volcán que tiene una ermita en el cráter, pero ese lo subiré en otra ocasión. Este volcán está cerca de un pueblo que se llama Santa Pau ( Pau es "paz" y nombre de hombre), muy chico pero bonito.





























Por la zona hay un hayedo, la Fayeda d'en Jordà, que es excepcional porque el suelo volcánico permite retener más agua y puede criar árboles típicos de zonas más húmedas.








Por la tarde dimos un paseíto por Vic (comarca de Osona), que también es muy bonito. 


Catedral de Vic
No sé mucha Historia, y menos si se trata de cuestiones de la Iglesia, pero el seminario que tienen es famoso, hay numerosas iglesias y tienen hasta una catedral, aún albergando sólo 40.000 habitantes, así que deduzco que la tradición religiosa de este pueblo fue importante. La Catedral en concreto es curiosa, está hecha a retales de diferentes estilos arquitectónicos, es muy oscura y sus paredes están recorridas por pinturas murales que representan santos y episodios de la vida de Cristo. Las hizo un señor llamado Josep Maria Sert en el s.XX, dos veces, ya que la primera versión se quemó en la guerra civil. Simulan el bajorelieve estupendamente, y las imágenes son tan barrocas que asusta a la vez.
  
Detalle sobre un arco

Virgen modernista





 La fábrica de Casa Tarradellas está a las afueras, aunque me han dicho que su fuet es el peor, siendo el tradicional de la zona el más famoso y más rico.  En fin, el sitio perfecto para criar curatos en los dos sentidos.
También tienen Universidad, todo hay que decirlo.







Llegué a casa con dos capas de ropa, y acabo de hacer lo mismo con la cama. A ver cuándo empiezan a asar castañas. 

jueves, 16 de agosto de 2012

Haz turismo

invadiendo un país

La letra de esa canción no tiene que ver en principio con lo que voy a escribir, pero he tenido esa línea todo el fin de semana en la cabeza.

El turismo aquí en Barcelona es brutal. Influye tanto en la economía que deja de tener sentido.
Yo entiendo: cuando un lugar es bonito por cualquier cosa, a la gente le gusta visitarla. Le gusta ver cosas que no ha visto antes, probar nuevas comidas, hacer actividades que no puede en el sitio de donde viene. Cuando el afluente de turistas en un lugar es considerable, comienzan los comercios de recuerdos y las empresas de excursiones programadas. Lo cual tiene sentido, es algo más de lo que vivir. Esto está bien de forma moderada. Sin embargo, ya sea por culpa del aumento de turistas o por culpa del aumento de nuevas atracciones, la cosa se sale de madre.



1. Las atracciones que una vez llamaron la atención pierden su esencia, y sólo queda la publicidad, como la cáscara de una nuez podrida. Véase la Rambla. La Rambla era un paseo ancho, lleno de comercios de barrio, donde la gente iba a comprar sus gallinas, por ejemplo, y donde empezaron a poner puestos de flores. En definitiva, lo que en una ciudad mediocre es un sitio agradable por donde pasear tranquilamente. Ahora se ha convertido en un hervidero de turistas, que acuden allí simplemente porque les suena el nombre de haberlo leído en su guía u oído de sus vecinos. A ambos lados del paseo hay ristras de tiendas de recuerdos, a cual más mala; de comida rápida y de desavíos varios; de restaurantes con paella falsa y de personas que te meten "flyers" de publicidad por la boca si te descuidas. No es agradable pasear, ni tiene sentido hacer fotos, ni decir que has estado allí (a no ser que quieras contribuir con la pelota de la publicidad). Lo único entretenido es jugar a mi juego "busca al autóctono".

2. Las atracciones que antes no lo eran, no tienen ni siquiera esencia, y sin embargo les crecen adornos como la corteza de un alcornoque. Valor añadido, diría uno de marketing. Véase la fuente mágica de Montjuïc. Es una fuente que bien podría estar en cualquier rotonda de Jerez. No creo que se sepa quién empezó la bola de nieve, si las guías y los turistas pasados, o la propia ciudad, pero es increíble la cantidad de gente que congrega esa fuente todas las noches. Es como la feria de Sevilla sólo que sin música y sin comida. Resulta que es una fuente que se enciende a una hora determinada, tiene luces, y han programado unos chorros que se mueven según suena una música. Quizás su objetivo era ser una fuente que alegrara la vista, y que para ahorrar en agua encendían al anochecer, quizás para que fuera más bonita pusieron luces, quizás vieron un filón a explotar y añadieron música (quizás no, no me he informado pero a mí me encaja). Cuando menos miras hay un espectáculo montado de algo que tiene todo el mundo en su casa. Otro ejemplo es el mercado de la Boquería. A mí me parece que el espectáculo de la fuente no es lo interesante, sino observar el comportamiento absurdo de la gente. Y esto da lugar al punto 3.


3. El comportamiento de los turistas de ciudad se vuelve absurdo. La esencia la siguen teniendo: Un turista de ciudad debe levantarse temprano para aprovechar el día, aguantar el frío y el calor, intentar ver lo más interesante, comer algo típico y hacerse alguna foto boba, oliendo los pies de una estatua o aguantando un edificio doblado. En esto, todos hacemos lo mismo, me incluyo porque he sido y seré turista de ciudad en algún momento. Sin embargo me da la impresión que la gente no piensa en el contexto ni se para a disfrutar lo que está haciendo, sino que visitan cosas porque conocen el nombre, comen cualquier cosa con el apellido "típico",  e incluso hacen fotos de cualquier objeto que esté siendo fotografiado por otra persona, (me he inventado otro juego con eso). Respecto a esto en realidad no estoy segura de que sea un comportamiento nuevo, sino que al haber más gente, se hace notar más. Las personas somos curiosas, por eso nos acercamos a ver qué hacen los demás, y además envidiosas, por eso también repetimos lo que hacen los demás. Pero el punto al que llega esto, me enfada. 



Aun así, el turismo da de comer. Por eso no me extraña que las ciudades se inventen nuevas atracciones, y construyan nuevos edificios prominentes que llenen las tarjetas SD de unas personas y a la vez el bolsillo de otra. Lo que me disgusta es que pocas cosas quedan para el disfrute de los que viven en el lugar. ¿Me estoy volviendo una agarrada?

Sólo espero que llegue el otoño. 

domingo, 5 de agosto de 2012

¡Al Tibidabo!

Lo conseguí. Conseguí llegar a esa maldita montaña que desde todos los puntos de Barcelona se ve cercana, pero cuanto más te acercas más se aleja ella. Salí de casa a las 9.00 con el objetivo de superar el reto. Aproveché e hice fotos de mi barrio sin gente.

Plaça del Bon Sucès

 He de decir que para no arriesgarme del todo cogí el metro hasta la Avenida Tibidabo (también hecha durante el s. XIX-XX, y modernista, como todo lo que queda en pie en Barcelona, parece), con casas de la clase alta barcelonesa. Es una cuesta bastante empinada, pero como los vecinos tienen cochazos, eso no importa. 


Desde esa parada de metro comencé a subir a dos pasos por segundo, sin bajar el ritmo, cargada con un litro de agua, un melocotón, y el cuerpo lleno del azúcar que me proporcionó un desayuno a base de dulces árabes. Al principio creí estar perdida, pero el ver ciclistas y senderistas me dio buena espina. Hay que llegar por una carretera llamada Carrer del Aigua, hasta el inicio de la zona de senderismo (un aparcamiento de tierra y dos carteles explicativos). Después de andar un corto trecho hay que cambiar a un camino forestal, porque el camino verdadero es un circuito horizontal de dos horas por la sierra de Collserola que no lleva a ningún lado. 





De izq. a dcha. : Bloques altos, la Torre Agbar, el parque Güell,  la Sagrada Familia, las dos torres de la Barceloneta

El camino forestal, en cuesta también; conduce, tras pasar por un puesto de bomberos, a la carretera que une Vallvidriera con el Tibidabo. Tras una hora de cantar "Je ne veux pas travailler" (porque lleva el mismo tempo que mis pies) llegué a la cima. Allí me recibió uno de los grupos de ciclistas que me habían animado por el camino. 


En lo alto de la montaña está el Parque de Atracciones del Tibidabo y el Templo Expiatorio del Sagrado Corazón. Hay uno nuevo construido encima de una capilla antigua. Aparte de parecer de mentira, hacía calor, y eso en un templo no lo puede tolerar, así que salí corriendo. Llegué a misa de 11, así que cogí a un grupo cantando y a un cura expiándose a sí mismo sentadito en un banco.















El Parque de Atracciones es el primero de España, según tengo entendido. Cuando lo inauguraron debió de ser muy emocionante, ya que muchas de las atracciones consisten en causar vértigo, aunque ahora son de risa, y muy infantil. También tienen laberinto de espejos y cosas parecidas. Yo soy  más de Port Aventura.







El melocotón me lo comí al pie de la torre de repetición-mirador que hay justo al lado. El guarda del aparcamiento me abrió la llave de paso de la tubería de agua potable de la carretera y nos rellenó la botella a mí y a los ciclistas que bajaban, muy amable. Aún estando el suelo cubierto de acículas de pino, había retoños de una especie de Quercus que no supe reconocer por todos lados. El adulto no estaba. 




La bajada fue mucho más ligera, tardé una hora y media desde la cima hasta mi casa. Los personajes del camino cambiaban, dejaron de verse ciclistas experimentados y empezó el goteo de guiris equipados solamente con chanclas y cámara de fotos que no sabían donde se metían, a la hora en que el sol está más alto...


Lo que se ve desde mi pasillo













Barrio de la Barceloneta

Para rematar el día, volví a trabajar y luego me dí un paseo por la Barceloneta, que era antiguo barrio marinero, también de finales del s.XIX, que me recordó a Cádiz, con la gente en la casa-puerta viendo la tele.






Los hijos de los 17 Hippies





Aunque exista un tranvía, un funicular y un autobús, el próximo reto es subir al Tibidabo a pie desde casa.